viernes, 10 de mayo de 2013

A SANGRE FRIA; LA BATALLA - Pedro Elosegi


La Batalla de Vitoria fue una cobarde agresión por la espalda a un ejército en retirada. A un ejército y una población civil que lo acompañaba. Un sanguinario ataque por la retaguardia con un único fin que no era otro que el expolio de los tesoros y bienes que llevaba el ejército francés. Con un único fin, el lucro propio de los generales y la tropa británica.  Ni siquiera con la intención  de devolver aquellos bienes a sus propietarios verdaderos, que no se intentó, sino con la intención de apropiárselos.

Ese hecho y ningún otro fue lo que evitó el saqueo de la ciudad.  La supuesta, ponderada y casi santificada “heroica acción” del General Álava entrando en la ciudad y ordenando el cierre de las murallas no tuvo ningún sentido práctico. El verdadero botín, y los ingleses lo sabían, estaba extramuros. El General Álava acudió raudo a su propio Palacio de la calle Herrería, nunca sabremos si a protegerlo, que lo primero es lo primero, o a satisfacer otros deseos y necesidades de los seres vivos.

El ejército de José Bonaparte venía desde Madrid en retirada hacia Francia, eso es absolutamente claro. El ejército inglés no podía dejarle escapar con el botín y no lo hizo y se apropió de él y lo hizo aquel 21 de junio de 1813 en Vitoria. Lo hizo además, a costa de 15.000 bajas, entre las que se encontraban las de muchos alaveses que no habían hecho otra cosa que la de estar ahí, y esto es también absolutamente claro. El resto, las bajas, los heridos, los muertos, los saqueos, los robos constituyeron parte de lo que hoy en día llamaríamos “daños colaterales”. Unos daños que se reprodujeron dos meses después, el 31 de agosto, cuando el ejército inglés y el General Wellintong invaden San Sebastián, y a falta de los bienes, ya esquilmados del ejército francés, se dedican a saquear, robar, violar, asesinar a sus habitantes e incendian la ciudad.

Esta es la historia. Pero evidentemente la historia la escriben los vencedores. Los vencedores fueron los ingleses y escribieron su historia.

Esa es la historia que los vencedores crearon y nosotros debemos creérnosla.

Y ustedes lo conmemoran, lo celebran y hasta lo recrean.

Una pregunta al aire; ¿Qué nos parecería, a día de hoy, que en 2176 a alguien se le ocurra celebrar, conmemorar o recrear el asesinato de cinco obreros, que participaban en una reunión en el interior de una iglesia, en una tarde de un tres de marzo de 200 años antes?

¿Qué nos parecería que esto se hiciese para atraer turistas y con un fin eminentemente economicista, y a mi juicio de muy bajo y escaso calado cultural?

En fin a Vds, a los programadores, celebrantes y recreadores les corresponde la responsabilidad y ni siquiera se sonrojan. La historia les juzgará.

Pero ya se encargarán, como se encargaron en 1976, de escribir la historia que les interesaba contar.

Pedro Elosegi Gz. de Gamarra
Procurador del Grupo Juntero EAJ-PNV