lunes, 14 de noviembre de 2011

Ipuin txiki bat - Almudena Otaola

Ayer en el mitin central de Gasteiz, una vez más, me sentí orgullosa de pertenecer a EAJ-PNV. Me sentí orgullosa porque sabemos hacer, no hay duda, y seguiremos haciendo lo que nuestros antepasados nos han enseñado, defender la libertad de nuestro pueblo con trabajo, con tesón, honestidad y lealtad a la Lege Zaharra eta bere goiko Jaun Onari.

Dicho esto, tras la intervención de Iñaki, Emilio e Iñigo, empezó a fraguarse en mi cabeza una historia, un relato, que me gustaría compartir con vosotros:

“Erase una vez una empresa familar, la había heredado un aita, que a su vez la había heredado de su aitite y este de su amama. Habían pasado grandes penurias para defenderla. Algunos habían sido fuertemente represaliados por defender la empresa, encarcelados y perseguidos y perseguidas. Cada uno había ido dejando su impronta en la misma, haciendo que cada vez ocupara mejores puestos en el ranking de empresas de Europa. Se había convertido en una empresa puntera, pese a su carácter familiar, o precisamente, quizá por eso. El aita se había jubilado ya, tenía tres hijos y siempre había guiado a la empresas desde entonces uno de sus hijos con un gran equipo de mujeres y hombres. El que estaba al frente se había esforzado y trabajado duramente, había estudiado, viajado al extranjero, examinado con sus colaboradores otras empresas exitosas e importado, mejorado e innovado todo lo posible, hasta conseguir un modelo de empresa triunfante y admirado por las empresas vecinas, aunque algunas criticaban públicamente el modelo, a pesar de la gran admiración que les producía en la intimidad. Mientras se esforzaba en luchar por sacar adelante  la institución, con un equipo de colaboradores trabajadores y juiciosos, otro de los hijos, se dedicaba a estropear la maquinaria, con pequeños o grandes incendios, amenazaba la estabilidad de la empresa continuamente, agredía al hermano verbalmente, criticaba su forma de trabajar de forma destructiva, sin aportar nada, no se molestaba en ver más allá. El tercero, empezó al lado de otro, trabajando en un principio, pero al de un tiempo, no tenia claro que rumbo coger, miraba a un lado y al otro, y no se decidía por nada, estando paralizado en su aportación de ideas y en su compromiso. A pesar de ello la empresa familiar seguía adelante, con buenos resultados, pero no pocas veces, con una reputación ensuciada por la actuación del segundo hermano.

Precisamente, por esa falta de unión entre los hermanos, provisionalmente y afortunadamente de forma transitoria, el poder había pasado a manos de dos inversores extranjeros, que aunque teóricamente decían velar por los intereses de la empresa, en realidad, cualquier decisión sobre la misma, pasaba por los despachos de las dos centrales de esos supuestos inversores, porque en realidad, más que invertir, pretendían descapitalizar la empresa y diluirla como un azucarillo en sus macro empresas. Lo que tanto les había costado levantar, se tambaleaba.

Un buen día, gracias a Dios, y escuchando por fin las voces de quienes formaban parte de la sociedad familiar, el segundo de los hermanos, a quien definitivamente se había unido el tercero perdiendo toda su identidad propia, si algún día la tuvo, vio la luz. Decidió que aquella empresa no se merecía más palos en la rueda, y que por fin, iba a trabajar por la empresa, por sacarla adelante con trabajo y esfuerzo, con dedicación y sin actuaciones destructivas. El primero de los hermanos, no pudo más que alegrarse enormemente, por fin entre todos, cada uno desde su diferencia, podría hacer que la empresa fuese mejor, el modelo fuera mejor, socialmente más responsable, más igualitario. Le dio la bienvenida a los nuevos tiempos, y ansioso por conocer sus proyectos, su programa y sus ideas para salir adelante en un momento en el que las cosas estaban mal, se encontró con que lo único que quería era gobernar. Obtener el poder y después ya vería que hacer, ya se le ocurriría algo, que para algo era ingenioso y listo. Imaginaos la sorpresa, era bienvenido al nuevo tiempo, por supuesto, pero había empezado a iniciar el camino. No podía creer lo que pretendía, dirigir una empresa sin experiencia, formación ni ideas, simplemente por el hecho de que ya no iba a seguir destruyendo la misma se sentía legitimado de forma suficiente para tomar el rumbo de algo tan importante, que exigía una responsabilidad que todavía nadie había visto; escucha que nunca habían practicado y respeto y reconocimiento a  la labor de quienes pese a las trabas de unos y otros, habían conseguido ser un referente. ”

Bienvenidos al nuevo tiempo, bienvenidos a la libertad de la que no disponíamos por vuestra ceguera, pero de verdad, “empezad a andar antes de correr.”

El original ha demostrado su saber hacer, su valía, su honestidad y la defensa de todo en lo que creemos. Las copias, todavía no están claras, el toner de la fotocopiadora no detectan todavía muy bien la tipologia de letra…




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