jueves, 2 de febrero de 2012

SOMOS INVISIBLES . Malentxo Arruabarrena

“Somos invisibles”, así comenzaba ayer por la mañana, en la Comisión de Igualdad, Livia, representante de la Asociación Araski, Asociación de Clubes que apuestan por la promoción y formación de las mujeres en un proyecto deportivo hecho por y para ellas, en este caso la práctica de baloncesto femenino…

Nos informó de todas las actividades que realiza y su verdadera apuesta, El Proyecto “Tiempo de chicas”, una Escuela de Baloncesto femenino en Álava.

Tal y como le iba escuchando, sentía su sentimiento y optimismo y también su desolación cuando decía que por muy buenos resultados que los equipos de baloncesto obtienen, estos siempre irán por detrás de los equipos de hombres, y en los casos de medallas y triunfos, siempre en 2º lugar en letra pequeña. Esto es lo que nos hace como mujeres ser invisibles.

La mujer, a lo largo de la historia, tanto en el deporte como en la política y en todos los ámbitos de la vida, ha debido enfrentarse al género opuesto para prevalecer y ganarse su lugar.

Mujeres ambiciosas, audaces e insatisfechas con el espacio que la sociedad les brindaba se lanzaron en la aventura de dar un paso más allá de los límites establecidos y, de esa manera, convertirse en valiosos ejemplos para el mundo.

Las mujeres han sido durante mucho tiempo, consideradas inferiores a los hombres en todos los ámbitos de la vida y el deporte no fue ajeno a tal tendencia. Siempre debieron imponerse a fuerza de voluntad, de coraje y de lo necesario para ganarse el respecto y lugar merecido.

En el mundo del deporte, hoy la idea de que las mujeres no sirven o no saben sobre deporte, por fortuna, ya es historia y rompen con fuerza esa barrara rígida impuesta por los estereotipos sociales.

Sin embargo su visibilización sigue siendo menor.

Por hacer un poco de historia, en los primeros Juegos Olímpicos modernos de 1896, sólo participaron hombres porque la práctica deportiva se consideraba poco femenina. Cuatro años después, los valores sociales cambiaron lo suficiente como para que 11 mujeres compitieran junto a 1.319 hombres en las Olimpiadas de Paris. En los juegos de Pekín 2008, más del 42% de las atletas eran mujeres.

Estos datos optimistas contrastan con la realidad. Las deportistas siguen siendo invisibles. Por poner un ejemplo, en la televisión. Sus esfuerzos y triunfos pasan desapercibidos en una sociedad en la que los ídolos deportivos tienen una importancia innegable. Son referentes sociales de primer orden y modelos a seguir para la infancia y la juventud. El deporte ya no es sólo fuente de salud y diversión sino también de prestigio. Por cada minuto destinado al deporte femenino en televisión se emiten 19 minutos de deporte masculino.

En el mundo del deporte, el género se ha convertido en un acontecimiento de primera línea. El papel que desempeñan las mujeres en el deporte va cobrando fuerza en todo el mundo, y su presencia, firmeza y actividad transciende en los estadios. La afirmación de que las barreras deportivas que parecían insoslayables para las mujeres no solo están cayendo, sino que se están superando, es algo más que una analogía válida, es el símbolo del avance. Deportistas, entrenadoras patrocinadoras y otras mujeres que se ganan la vida en el sector de los deportes son hoy las abanderadas del cambio en las normas culturales, y están comprobando que los deportes pueden constituir un trampolín para que la sociedad siga avanzando.

Las mujeres que hacen deporte parecen invisibles. No están para los medios. No aparecen. No vende. Y si no vende, no existen. Hoy he sentido el tesón, el entusiasmo y el optimismo en una deportista nata.

Gracias Livia.
Gracias ARASKI.



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