Interiorizamos sin pensar, en la misma o mayor medida que
actuamos sin interiorizar. La influencia de las corrientes de información que
en forma de aluvión nos llega sin prácticamente tamiz alguno a nuestro
pensamiento, condicionan nuestro comportamiento y hasta nuestra propia manera
de ser. Interiorizamos con escaso filtro crítico.
Lo que nos llega, según de donde llega y de la categorización en
la que situemos la fuente, consigue pasar, casi insensiblemente, los pocos o
escasos filtros que pudiéramos tener. Y en la misma manera ocurre a la inversa,
si el origen está categorizado en el polo opuesto. Eso precisamente, la fuente,
el origen, la procedencia, el quién y no tanto el qué, ni el cómo, ni siquiera
el cuándo, es lo que resulta determinante.
Filias y fobias condicionan de manera definitiva nuestra manera
de entender la realidad del entorno. Somos capaces de asumir aquello que llega
de quienes tenemos “entelequialmente” colocado a un lado de nuestro espacio
mental y rechazar, sin más reflexión, aquello que nos llega del lado opuesto.
En el fondo es más fácil, menos fatigoso, sin complicaciones.
El posicionamiento en uno u otro polo por lo tanto, el
posicionamiento resulta fundamental en la capacidad o no de influir en la
voluntad, la actitud y la capacidad de acción de los demás. Esto, un buen
político y más, un buen gabinete de asesoramiento político, lo sabe muy bien y
constituye el eje de sus actuaciones. El resto vendrá dado.
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